Casas con las puertas abiertas, cuyo interior deja entrever recuerdos de sabores: cordero, aceite, romero y miel.Juegos infantiles resuenan en la plaza, de niños sin nada que temer.
A lo lejos, la silueta del poeta del más allá me hace estremecer.Un libro en su mano —Coplas a la muerte de su padre— parece leer.
Hijo serrano, donde el Guadalquivir soñó con nacer.Encomienda de la Orden de Santiago, enclave digno de defender.
Tejos, sauces, robles y encinas; grasilla, tomillo, pino y ciprés.Un castillo como corona, manto verde oliva a tus pies.
Guardián eterno, pico del Yelmo: pétreo gigante dormido… siempre por renacer.