domingo, 23 de junio de 2024

La tía tragantia

 El día deja paso a la oscuridad, las tinieblas van recorriendo la ciudad, por las callejuelas se oye a alguien susurrar, dejando estas frases en cada esquina.

“Soy la tía tragantía,

Hija del rey Baltasar,

Quien oiga mi cantar,

No verá la luz del día,

Ni la noche de san Juan.”

Así me lo contaba mi primo, que se lo había escuchado decir al cuñado del vecino de uno que había venido de fuera, que decía haberlo escuchado en una plazuela a un hombre mayor de blanca melena. Todo tiene un comienzo y siempre ha de empezar de la misma manera. Erase que se era, según cuenta la leyenda, en un pueblo cercano vivía una hermosa princesa, hija de un rey moro que con los cristianos estaba en guerra. Baltasar por nombre el rey tenía y Zoraida era el nombre de su amada hija. El asedio al rey y sus tierras hacía que fueran continuas las escaramuzas, al final se declara la guerra, moros y cristianos ya están en lucha, Baltasar encabeza sus tropas, la valentía del monarca es bandera para las huestes moras, en el fragor de la contienda fue mal herido, descabalgado y abatido, su cuerpo desplomado en el suelo ha caído ya muerto, sin haber tenido tiempo de contar a nadie su secreto. Antes de salir a pelear y combatir, guardó de forma clandestina su más preciado tesoro, en la mazmorra más oscura, en la cripta más profunda, algo que para él tenía más valor que el oro, Zoraida la princesa allí ha de esperar, para ser liberada por su padre en su retornar, pero pasan los días y su padre no volvía, los víveres empiezan a escasear, la esperanza aún se mantiene viva, como única ocupación el cantar, como única ilusión su pronta salida, pero el tiempo es inexorable y nada lo detiene, la comida se acaba y el hambre se hace persistente, arrastrada por la necesidad termina comiendo sapos, lagartijas y serpientes, las tinieblas de tan lúgubre escondite hace que no distinga la noche del día, pierde la noción de la realidad en su mente, confundiendo futuro, pasado y presente, la debilidad tanto mental como física le hace entrar en un prolongado letargo, permanece por largo tiempo dormida, cuando despierta descubre aterrada que su cuerpo ha cambiado, una extraña mutación le ha convertido en algo diferente, mitad humana, mitad serpiente, imposibilitada del andar por su prisión se ha de arrastrar, busca por todos los rincones una apertura por la que poder escapar, no se sabe cómo ni cuándo, nadie se explica lo que las noches de san Juan viene pasando, cuando el día deja paso a la oscuridad, cuando las tinieblas van recorriendo la ciudad, por las callejuelas se oye a alguien susurrar, dejando estas frases en cada esquina.

“Soy la tía tragantía,

Hija del rey Baltasar,

Quien oiga mi cantar,

No verá la luz del día,

Ni la noche de

 san Juan.”

martes, 28 de mayo de 2024

Plaza

 El calor de mayo se hace tozudo,

Buscando oasis de piedra en la ciudad,

Buscando rincones de silencio y paz,

Un banco me ofrece su asiento duro.


Los cipreses derraman sombra y bondad,

Sus frondosas ramas hacen de escudo,

Ofreciéndome un espacio seguro,

Donde la recompensa es descansar.


Foráneos ávidos de monumentos 

Visitantes llenos de curiosidad,

Compartimos juntos este momento,


Presos de los pájaros y su cantar,

Cómplices de su jaula de cemento,

Testigos silenciosos de su penar

martes, 16 de abril de 2024

Jaén

 Jornaleros vencidos y abatidos,

Trabajadores de campos ajenos,

Servidumbre de hidalguillos y clero,

Secuaces de trapalas y bandidos.


Romería de anarquistas y ateos,

Procesión de silencio y nuevos ricos,

Paseo de vanidad cada domingo,

Señoritingos de escopeta y perro.


Desarraigados buscando un futuro,

De olivos centenarios prisioneros,


Braceros que han recorrido el mundo,

De ciudades en expansión pioneros,


La apatía como último recurso,

De disfrutar la vida los primeros.

martes, 9 de abril de 2024

Alzheimer o como empecé a perderte

 Empezar del principio nuevamente,

¿Donde se marchó tu espíritu inquieto?

Tu sonrisa vaga en el desaliento,

No recuerdo cuando empecé a perderte.


Una mentira, un engaño, un supuesto,

Una esperanza por si tengo suerte,

No recuerdo cuando empecé a perderte,

No recuerdo cuando ni en que momento.


Conversaciones con un desconocido,

El pasado es arena entre tus dedos,

Tu memoria perdida en el olvido,


Espero preguntas que me dan miedo,

No reconoces a tu propio hijo,

Perdido en vida, la muerte en silencio

jueves, 4 de abril de 2024

Arte y liga

 Arte y liga es algo diferente,

Que por su forma de ser es singular,

Que por quienes lo integran es plural,

Es futuro, pasado y presente.


Entre ellos una persona a destacar,

Persona de palabra recurrente,

Persona de verbo irreverente,

Alfonso es una persona peculiar.


Somos un verso suelto de la razón,

Un grito de ilusión y esperanza,

La pincelada fresca de la obsesión.


Todo suma, nada que echar en falta,

Si quieres venir tienes invitación

A una buena tertulia en casa blanca 

martes, 1 de noviembre de 2011

Eterna despedida

Se me hace difícil escribirte estas líneas, acabo de despedirme de ti y ya te echo de menos, este viaje nos separará para siempre y aún sabiéndolo no estoy triste, sé que me recordarás, y como yo, te sentirás feliz al recordar esos momentos en los que estuvimos juntos, por mucho que te dijese que te quiero, creo que no te lo dije lo suficiente, por muchos besos que te diera, creo que aún te podía haber dado más, por mucho que cogiese tus manos y mirase profundamente a tus ojos, jamás te dije lo feliz que he sido a tu lado, mi novia, mi mujer, mi amante. Sé que todas las despedidas son tristes, y porque lo sé he querido irme sin hacer ruido, en silencio, como si todo hubiese sido un sueño, además sabes que nunca se me dieron bien las despedidas, ahora sécate esas lagrimas que humedecen tus mejillas, parte de mí se queda contigo, es lo mejor que me ha pasado, es lo único que he hecho que me hace sentir orgulloso, cuando mires a sus ojos, cuando cojas sus manos, cuando acaricies su pelo, cuando lo acurruques en tu regazo, cuando más me eches de menos, me tendrás más cerca de ti, en esa sonrisa, en esos suspiros, en cada gesto, y en cada momento, me voy pero me quedo, y me quedo contigo, no como los dos hubiésemos querido pero sí para siempre. Desde donde esté miraré siempre como se desvanece el sol en el ocaso, y mientras desaparece los últimos rayos de luz pensaré que tu también estás mirando la misma puesta de sol, por un momento y en algún lugar nuestras miradas coincidirán, y allí donde esto suceda permaneceremos juntos hasta que la noche le gane el terreno al día, esos instantes son nuestros, abrazados sin decir nada, en silencio con el suave murmullo del viento entre los árboles, con la dulce melodía de los pájaros, mirando juntos como aparecen las primeras estrellas y con ellas he de irme, pero mañana hay otro atardecer.

domingo, 18 de septiembre de 2011

La amistad no se olvida

Un perro yo tenía, que para que le acariciara la panza, se ponía panza arriba, corriendo se pasaba todo el día, de la cocina al salón, del salón a la cocina. Era pequeñito y suave, como una madeja de lana, me pasaba mañana y tarde acariciando su panza, por mucho que lo acariciase jamás me cansaba. Un perro yo tenía, que cuando lo llamaba siempre acudía, movía su rabo para demostrarme su alegría. Largos eran los paseos que con él me daba, desde mi calle hasta la plaza, hiciera mal día o bonanza, atado con su correa o suelto de ella. Yo tenía un perro, mi fiel compañero, mi amigo del alma. Un perro yo tenía que le ladraba al vecino de arriba, extraña relación la que ellos tenían, de amor y odio, de cariño y simpatía, cuando mi perro se marchó, seguro que mi vecino alguna lagrima derramó. Mi perro en realidad era una perrilla, que por nombre “Nuca” tenía, era una juguetona pequinesa, de color canela, curiosa y traviesa, el silencio ha ocupado su sitio, su presencia ha dejado lugar a un gran vacío, ya no corre por lo pasillos, ya no le ladra al vecino, ya no se pone panza arriba, se nos marchó un mal día, nos dejó sin su compañía. Aún creo que detrás de la puerta me estás esperando, que cuando la abra te voy a ver saltando. Un perro yo tenía, que me ha dejado triste y solo en mi agonía, ella todo se lo merecía, todo el mundo la quería, mientras estés en mi recuerdo, seguirás estando viva, corriendo de la cocina al salón y del salón a la cocina.