viernes, 21 de febrero de 2025

Los nombres del guerrero

 



Los nombres del guerrero 


Muchos nombres tiene lo de ahí abajo,

La conocida como flauta de Bartolo,

Aquella que tenía un agujero solo,

Sin preámbulos y sin coger ningún atajo,

sabemos la edad por rigidez y tamaño,

Pistolin, pilila, pito, polla, badajo,

Pepino, garrote, berenjena, colgajo 

Y es que no respeta el paso de los años.

Prefiere antes agujero que mano

Allí donde echar el escupitajo,

Donde mojar el churro o el andrajo.

No es ordinario, es humano 

A su ritmo, ni deprisa ni despacio 

Perinola, salchicha, pinga, cola o falo,

Pene, verga, picha, pijo del carajo,

Cubrir todo hueco, llenar todo el espacio.

Algo se habrá quedado en el tintero 

Ponle el nombre que quieras si te hace ilusión,

a estas cosas hay que echarle imaginación,

Nunca se trató de llegar el primero.





Malas noticias


Se pusieron inquietos, yo los vi. Pasaron por todos los rincones de la estancia. Todo empezó cuando ella entró en la sala, pero cuando dijo lo que tenía que decir, saltaron por la ventana, por la ventana que daba al jardín.

Mientras tanto, yo me quedé allí, en medio de la sala, desconcertado, sin entender qué había sucedido. Todo pareció quedarse mudo, el tiempo se detuvo y, por la espalda, me recorrió un escalofrío.

La dama que causó tal revuelo, ella que entró en la sala sin ser invitada, por nombre tiene la peor de las noticias. Ellos, que saltaron por la ventana, los que corrían como pollos sin cabeza por el jardín, eran mi ilusión, mis esperanzas y mis ganas de vivir.

La puerta de la estancia quedó entreabierta y, tras la peor de las noticias, entraron sigilosamente la congoja, el llanto, la incredulidad, la lástima y la pena. Formaron un corrillo: no hablan, pero no callan. Susurran, chismorrean, comentan y señalan.

Se creen que no las oigo, aunque lo hagan a mis espaldas. Sé que los que por el jardín andan corriendo terminarán por regresar, pero ya nada volverá a ser igual.

Vagabundo


 Condenado por cometer  
mil y una barrabasada.  
Una aseveración como pena,  
la suerte está echada.  

La vida a tragos,  
en vasos vacíos de confianza.  
Aguardiente sin color  
y una vida sin esperanza.  

Hirientes miradas  
violan el velo de mi coraza.  
Fríos puñales de hielo  
atraviesan mi piel quemada.  

Llegada del invierno  
de una existencia que colapsa.  
En pétreos colchones  
mi dolorido cuerpo descansa.  

La calle, mi refugio,  
las estrellas como mi manta.  
La vida o la muerte  
es la sorpresa de cada mañana.  

los dados del destino 
tienen la tirada amañada.
El futuro está escrito en el cielo,  
la suerte está echada.

Tu y yo


 Piel contra piel 

Susurrando palabras de amor eterno

Miradas lascivas y furtivas 

Llenas de deseo 

Una sonrisa, unas caricias 

Un sincero té quiero 

Mis manos temblorosas

Hacen estremecer tu cuerpo

No es necesario saber volar 

Para tocar el cielo

Lupanar de frías sedas

Y caliente terciopelo

Tengo la imperiosa necesidad 

De morirme dentro

Y de regresar allí 

Donde dejé mi último beso